MUERTOS VIVIENTES
Los muertos vivientes son más numerosos en las Tierras Impías de lo que cabría esperar. La propia tierra está empapada de energías oscuras que hacen que los cadáveres no descansen en paz mucho tiempo, pero es que además hay nigromantes, brujas, demonios y demás entes que pueden utilizar la magia negra para levantar un pequeño ejército de esclavos. Estos rituales de resurrección son complejos, extenuantes y peligrosos, por lo que quienes los realizan necesitan prepararse a conciencia y elegir un lugar tranquilo o recóndito. No es algo que se pueda hacer sobre la marcha en un campo de batalla donde tu vida pende de un hilo: quienes lideran a estas bandas las preparan con antelación y planean una estrategia que no las sacrifique sin sentido.
Los poderes arcanos que impregnan las Tierras Impías están corrompidos sin remedio. Algunos individuos de fuerza de voluntad sobresaliente obtienen fuerzas mágicas que pueden emplear para el bien, sanando a su pueblo o adivinando el futuro. Pero la gran mayoría se contenta con aceptar los dones de la magia negra sin plantearse otro uso que no sea el de medrar y sembrar el caos.
POLVO Y HUESOS
Además de todos los guerreros caídos en escaramuzas sin fin por los rincones más remotos de estos parajes, muchas tribus tienen sus propios ritos funerarios relativos al enterramiento de sus muertos. Unas pocas incineran a los fallecidos, ya sea por precaución o creencias religiosas, pero otras los embalsaman, los momifican o les conceden un enterramiento tan digno como puedan (con ajuares, equipo y obsequios) o tan inmisericorde como sea su vida (arrojándolos al fondo de una sima sin miramientos).

Y, por supuesto, también está el espeluznante Secarral de Huesos, una llanura cubierta por los restos óseos de hombres y bestias hasta donde alcanza la vista. Qué impulsa a todos esos seres vivos para arrastrarse hasta allí y exhalar su último aliento en ese lugar se desconoce, pero gracias a ello nigromantes y demás personajes infames de ralea similar obtienen su tétrica materia prima.
Sea como fuere, los muertos antiguos abundan en las Tierras Impías. Necrópolis, osarios, grutas y pantanos son una fuente inagotable de restos óseos.
Una banda de Muertos Vivientes de Polvo y huesos hace honor a su nombre y está compuesta principalmente por esqueletos, momias, liches, gólems de huesos, etc.
DOLOR Y DESESPERACIÓN
En unas antiguas cuevas de la Cordillera de Sangre habitó antaño uno de los clanes más crueles de Devoradores de Cadáveres. Infligían terribles torturas a sus prisioneros, o incluso a sus propios miembros cuando eran sorprendidos infringiendo sus leyes.
Sus sacerdotisas de la Reina del Odio eran expertas en el uso de garfios, cuchillos y dagas, con las que sacaban los ojos a sus víctimas y se los obligaban a comer, o asaban su carne en vivo para separarla de los huesos y devorarla delante de las enloquecidas miradas de sus cautivos. En las cámaras más recónditas de aquel laberinto de pesadilla, con sus cuerpos deformes cubiertos únicamente por máscaras de latón, llevaban a cabo rituales infames incluso para algunos de los suyos, y se vertían litros de sangre para honrar a su diosa y saciar su propia ansia.

Todas aquellas muertes, aquel dolor, empaparon la misma roca de la montaña hasta crear un pozo negro de angustia y desesperanza. No se sabe qué ocurrió con aquel clan maldito, pero en la actualidad esa zona la evitan incluso los de su propia tribu. Aullidos espectrales emanan de la roca, lamentos angustiosos llaman desde los pasillos y ráfagas de aire espectral atraviesan el alma de quienes se extravían por aquí.
Una banda de Muertos Vivientes de Dolor y desesperación está compuesta por espectros, fantasmas, poltergeist y otras presencias incorpóreas similares frutos del sufrimiento y la venganza.
SANGRE Y VÍSCERAS

Aquellos muertos más recientes, al ser resucitados, suelen descubrir con horror que conservan muchos de los recuerdos de su antigua vida. Estas imágenes los atormentan sin cesar y llegan, en muchos casos, a albergar un odio irrefrenable hacia todo lo vivo por ser un recuerdo constante de su propia muerte.
Las Tierras Impías son un lugar tenebroso que a veces parece cobrar vida por sí mismo, resucitando de forma espontánea a seres sedientos de sangre. Buscan el alimento de los vivos en un vano intento por recuperar su propia mortalidad, devorando sus entrañas o bebiendo su sangre en un frenesí de locura que no hace más que acercarlos un paso más a su perdición total.
Son muertos vivientes famélicos, rabiosos, impulsados por un hambre insaciable que los devora por dentro sin que puedan entender del todo su causa. Sus cerebros a medio pudrir los llenan de terror, ansia y hambre, en una huida perpetua hacia adelante que sólo terminará con su muerte definitiva o su conversión a criaturas de maldad y oscuridad absolutas.
Una banda de Muertos Vivientes de Sangre y vísceras está compuesta por gules, vampiros salvajes, zombis y otros cadáveres recientes reanimados.